DESDE OTROS OJOS
Sun Yat Sen corría por los lujosos salones del RMS Titanic jugueteando con Lady, esa perrita tan coqueta y alegre que le movía la cola en señal de simpatía. Aprovechando que sus empalagosos amos estaban pasándolo bien en el salón de baile, entre gente estirada e importante como ellos; haciendo alarde también de su prestigio y posición mediante las costosas joyas que llevaba encima su ama.
Olisqueando por los rincones perdió de vista a su amigable compañera así que no le quedó más remedio que internarse por los numerosos e interminables pasillos, escaleras y puertas, buscándola. Cuando cruzaba el compartimiento donde guardaban los automóviles lujosos y modernos para la época, le llamó la atención el movimiento en uno de ellos; se detuvo e inspeccionó con su olfato y con su vista pero obviamente lo único que vio fueron los cristales empañados del lujoso vehículo. Permaneció en su sitio unos instantes, aguzando el oído; los sonidos que le llegaban no eran desagradables, así que no había peligro cerca. Luego de llegar a esta conclusión reinició la búsqueda, y persecución, de su linda acompañante.
Olisqueando por los rincones perdió de vista a su amigable compañera así que no le quedó más remedio que internarse por los numerosos e interminables pasillos, escaleras y puertas, buscándola. Cuando cruzaba el compartimiento donde guardaban los automóviles lujosos y modernos para la época, le llamó la atención el movimiento en uno de ellos; se detuvo e inspeccionó con su olfato y con su vista pero obviamente lo único que vio fueron los cristales empañados del lujoso vehículo. Permaneció en su sitio unos instantes, aguzando el oído; los sonidos que le llegaban no eran desagradables, así que no había peligro cerca. Luego de llegar a esta conclusión reinició la búsqueda, y persecución, de su linda acompañante.
Estuvo un buen rato de aquí para allá hasta que se cansó de ir por la cubierta de primera clase; de proa a popa, pasando frío y hasta mojándose de vez en cuando con el agua del mar que a veces golpeaba contra las paredes de hierro del gran buque. De modo que decidió volver a la sala de baile donde sus amos lo recibieron con los brazos abiertos y palabras de sincero cariño; Sun Yat Sen emitió un par de ladridos de desaprobación al ver allí a su querida Lady, retozando al abrigo de los pies de su ama. Sin embargo, su descontento duró poco pues consideró que era mejor seguir el ejemplo de esa linda perrita para entrar en calor. Así se durmió de inmediato el quisquilloso pekinés, hasta el otro día en que despertó sobre la cama donde dormían profundamente sus amos.
Ese fue un día más de alocadas corridas y tranquilos retoces en cubierta, mientras Henry y Myra tomaban sol protegidos por unas frazadas para evitar el frío helado de altamar. El murmullo de las olas se confundía con la música que llegaba desde los otros compartimientos donde se encontraban los pasajeros de la tercera clase, casi todos ellos inmigrantes extranjeros en busca de nuevas oportunidades; los olvidados y despreciados por las clases altas y pudientes.
Sun Yat Sen adivinaba este sentimiento de desprecio en la forma que adquirían los labios de su ama al hablar con su marido, le fascinaba verla gesticular aunque no entendiera demasiado lo que decía; al fin y al cabo él era un pekinés acomodado, que había tenido la suerte de estar en una familia de la clase alta y no vivir una vida de perros, como los callejeros con los que a veces se cruzaba cuando alguno de los sirvientes lo sacaba para hacer sus necesidades.
Poco a poco fue quedando dormido sobre el regazo de su ama, que le acariciaba el lomo acompañando el vaivén del barco y ya de paso lo protegía de la fría brisa del mar.
Despertó cuando cayó de la cama, seguramente se había quedado dormido y sus amos decidieron dejarlo en la suite para no perderse otro baile de gala. Le costó abrir los ojos pero pronto se despabiló debido a los movimientos bruscos que de a ratos lo lanzaban contra las paredes. De inmediato salió por el hueco que había bajo la puerta, previsto por si los clientes viajaban acompañados de mascotas, y emprendió carrera desesperada en busca de aquellos.
Había gente por doquier, corriendo de aquí para allá; nadie reparaba en él a pesar de que se cruzaba con un sinfín de piernas al tiempo que no dejaba de ladrar como preguntando. Los gritos lo enloquecían, y por momentos lo desorientaban, su pánico aumentó cuando sintió el agua mojar sus patas. Haciendo un esfuerzo perruno para mantener el control comenzó a hacer lo que mejor sabía para localizar a sus amos: usar su sentido del olfato, al tiempo que comenzaba a mover febrilmente las patas en el agua para desplazarse.
No supo en que momento se reencontró con ellos, jamás los había visto tan desesperados y en tan calamitoso estado pero aun así estaba feliz. No se percató del tiempo que pasó, tiritando de frío entre los brazos de Myra, que a su vez estaba aferrada a los brazos de su marido. Cuando abrió los ojos estaba amaneciendo y ya no se encontraban en el agua, sus amos estaban sentados entre otras personas, con él en la falda, aun mojados y silenciosos. Mientras oía el suave murmullo del agua, se dejó mecer por el adormecedor movimiento del pequeño bote salvavidas que acompañaba las caricias temblorosas de su ama, hasta que volvió a dormirse.
El pequeño pekinés Sun Yat Sen nunca entendió que fue lo que sucedió esa madrugada del 15 de abril de 1912.
abril 2012
Despertó cuando cayó de la cama, seguramente se había quedado dormido y sus amos decidieron dejarlo en la suite para no perderse otro baile de gala. Le costó abrir los ojos pero pronto se despabiló debido a los movimientos bruscos que de a ratos lo lanzaban contra las paredes. De inmediato salió por el hueco que había bajo la puerta, previsto por si los clientes viajaban acompañados de mascotas, y emprendió carrera desesperada en busca de aquellos.
Había gente por doquier, corriendo de aquí para allá; nadie reparaba en él a pesar de que se cruzaba con un sinfín de piernas al tiempo que no dejaba de ladrar como preguntando. Los gritos lo enloquecían, y por momentos lo desorientaban, su pánico aumentó cuando sintió el agua mojar sus patas. Haciendo un esfuerzo perruno para mantener el control comenzó a hacer lo que mejor sabía para localizar a sus amos: usar su sentido del olfato, al tiempo que comenzaba a mover febrilmente las patas en el agua para desplazarse.
No supo en que momento se reencontró con ellos, jamás los había visto tan desesperados y en tan calamitoso estado pero aun así estaba feliz. No se percató del tiempo que pasó, tiritando de frío entre los brazos de Myra, que a su vez estaba aferrada a los brazos de su marido. Cuando abrió los ojos estaba amaneciendo y ya no se encontraban en el agua, sus amos estaban sentados entre otras personas, con él en la falda, aun mojados y silenciosos. Mientras oía el suave murmullo del agua, se dejó mecer por el adormecedor movimiento del pequeño bote salvavidas que acompañaba las caricias temblorosas de su ama, hasta que volvió a dormirse.
El pequeño pekinés Sun Yat Sen nunca entendió que fue lo que sucedió esa madrugada del 15 de abril de 1912.
abril 2012
**
El 10 de abril de 1912, el Titanic inició su viaje inaugural partiendo desde Southampton (Inglaterra)
Según datos de la empresa operadora de la nave y testimonio de sobrevivientes se sabe que viajaban entre 10 y 12 perros, todos pasajeros de primera clase. Se diría que solo éstos tres se habrían salvado.
"Sun Yat Sen", un Pekinés, propiedad de Henry Harper, un acaudalado empresario británico, quien junto con su esposa Myra lograron ser rescatados.
- "Lady", de raza Pomerania, que viajaba con su dueña Margaret Hays. Ambas fueron rescatadas del bote salvavidas número 7.
- Un otro Pomerania, del cual se desconoce su nombre, propiedad de Elizabeth Barrett Rothschild, quien viajaba junto a su esposo Martin Rothschild. Este último perdió la vida en el naufragio.
El RMS Titanic se hundió en las primeras horas del 15 de abril de 1912.
Fuente: http://www.todoperros.com/famosos.php?indice=65
Según datos de la empresa operadora de la nave y testimonio de sobrevivientes se sabe que viajaban entre 10 y 12 perros, todos pasajeros de primera clase. Se diría que solo éstos tres se habrían salvado.
"Sun Yat Sen", un Pekinés, propiedad de Henry Harper, un acaudalado empresario británico, quien junto con su esposa Myra lograron ser rescatados.
- "Lady", de raza Pomerania, que viajaba con su dueña Margaret Hays. Ambas fueron rescatadas del bote salvavidas número 7.
- Un otro Pomerania, del cual se desconoce su nombre, propiedad de Elizabeth Barrett Rothschild, quien viajaba junto a su esposo Martin Rothschild. Este último perdió la vida en el naufragio.
El RMS Titanic se hundió en las primeras horas del 15 de abril de 1912.
Fuente: http://www.todoperros.com/famosos.php?indice=65
Hola Paty *-*
ResponderEliminar¡Tienes razón, muchísima! Las mascotas que fueron en el Titanic. ¿Cómo no recordarlas? Todos esos animalitos que son llevados por sus dueños y que también debían ser salvados.
¡Gracias por compartir, fue genial Paty, me abriste los ojos, jajaja!
Besitos -3-
Gracias PukitChan, me alegra que te guste. Fue lo que se me ocurrió jeje.
EliminarBesos!!
Qué triste!!
ResponderEliminarNi quería pensar en los animales, es lo que más me duele de las tragedias de este tipo, que los animales sufran y mueran por la estupidez y el orgullo humano.
Muy lindo tu texto, pero muy triste :-S
Besos!!
Pd: te islarisaste ya?? Yo todavía no hago nada...
Hola Maga, pero estos sobrevivieron, tampoco es para tanto!!jeje
EliminarGracias por dejarme palabras que me demuestran que las dejan por que les interesó en algo lo que leyeron y no por compromiso jajaja.
La isla y yo tamos ahí, charlando de amor....jajaja
Besitos!!
Una perspectiva muy original del tema propuesto
ResponderEliminarUna mirada muy diferente que me imagino que muy pocos han descubieto me ha gustado aunque sea una historia triste...
ResponderEliminarAdemas paso para agradecer el tiempo que has tomado en leer mi trabajoy una disculpa por que he tenido un erro de orden que ya he corregido y por eso no fue facil entender, gracias por tus palabras de animo y tengo mucho que trabajar en cuanto a la escritura... hasta pronto
Hola Sarai, bienvenida!
ResponderEliminarLas gracias te las tengo que dar a tí por tomarte la molestia de leerme y dejarme un comentario. No te preocupes, nadie nacio sabiendo y en adict@s y en la vida estamos todos para aprender.
Espero y quiero seguir leyéndote!!
Un fuerte abrazo!!
Paty: ¡Ufff, si que fue breve tu cuento!Aunque también es otro ángulo de la historia del famoso barco.
ResponderEliminarBien chiquilla: Doña Ku
Pato.... Peromira tú....Yo nunca me enteré de nada que tuviera que ver con las mascotas... Menos mal escogiste una de las "bendicidas" no habría querido leer que se perdía =(
ResponderEliminarLa verdad es que en este proyecto de adictos la originalidad a brillado en todo su esplendor y tu relato la tiene en abundancia.
ResponderEliminarMajestuosa la miarad de la tragedia desde esos ojos de quien no tiene conciencia de lo que ocurre, aunque m´´as de una de las victimas y supervivientes a la tragedia habrían deseado tener esa capacidad
la visión de una mascota de la tragedia... muy original
ResponderEliminar¡Oh por Dios! Ha sido bastante original tu relato, el dato de las mascotas no lo sabía y el guiño que hiciste a la película de James Cameron me pareció espectacular.
ResponderEliminarCada vez escribes mejor estimada Patricia, ahora creo que lo haces de maravilla.
Gracias por compartir tu relato y he de decir que me rindo a los pies (o mejor dicho patas) de el pequeño Sun Yat Sén.
¡Saludos!