Una mezcla de sangre, aceite y baba se le escapa por la comisura de los labios, de una boca donde sólo quedan unos cuantos dientes podridos.
A la entrada de la cueva, ubicada entre unos montes rocosos, la bestia espera en cuclillas a que deje de nevar para salir a cazar; cuando esto sucede cubre su deforme cuerpo con una gran piel de oso y, tomando su garrote, sale del refugio.
A los minutos vuelve y se interna en la oscuridad de la cueva, en una mano lleva el garrote y con la otra arrastra un cuerpo humano.
Al borde de la solitaria carretera, cubierta de hielo, quedó un auto abandonado con el gato puesto y una llanta a medio quitar...
¡Hola! ¡ interesante relato! ¡me dejo helada! Jamas pensé que cambiar una llanta fuera tan peligroso :)
ResponderEliminarHola mi amiga¡cuanto tiempo sin visitarnos¡.Me alegra pasar por tu casa tus Musas siguen escribiendo genialmente.Besos de luz y paz.
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