Sólo es cuestión que cierres los ojos, mientras te tomo de la mano y te guío. Mira como brillan las estrellas, por allá ha caído una fugaz, ¿qué te parece si pedimos un deseo?
Yo desearé ser tu caballero, el que viene a buscarte en un carruaje digno de una reina. Si, sé que tú desearas ser la princesa a la que se le perdió la zapatilla de cristal; si, sé que al final te encontraré y te desposaré como mi reina, la única reina de toda mi vida . . ."
—Perdón señor . . . pero ya va siendo hora de que la desconectemos.
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Ótimo! Um abraço, Yayá.
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