Quedó prendado de su belleza desde que la vio en la otra orilla, recogiendo flores y alimentando a las aves. Intentó llamar su atención mediante señas y sonidos pero no lo logró, parecía inmersa en su propio mundo.
Trató de no perderla de vista pero fue imposible, empezó a dudar que solo hubiera sido un simple espejismo. Un rapto de osadía lo llevó a dejar sus implementos de pesca allí para adentrarse en el bosque y dar con ella.
Así llegó a una cabaña a la vera del río. Golpeó a la puerta pero nadie acudió, llevándose por la curiosidad se atrevió a entrar. El interior era muy confortable y limpio, se notaba la mano femenina en cada detalle; todo allí inspiraba paz. Cuando estaba a punto de salir divisó sobre la mesa unas bellas plumas multicolores, que reconoció al instante, junto a un extraño anillo que parecía de plata y que tenía la forma de un ave. Sonrió mientras lo contemplaba ensimismado; unos ruidos llegaron desde el exterior y salió velozmente por si se trataba de la misteriosa mujer, pero nunca la encontró.
Ha pasado mucho tiempo y no deja de pensar en ella, sobre todo cuando contempla el extraño anillo que se llevo consigo en el apuro por hallarla.
Desde entonces, en el bosque resuena el lamento de un bello cisne que sobrevuela la cabaña y el río; alguien se ha llevado algo que le pertenece y que le impide recuperar su forma humana.
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La magia del cuento no se puede perder nunca. Y si un día desaparece el papel, se hará de viva voz. Mientras haya vida humana siempre habrá historias de cisnes como la tuya.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Que linda historia, aunque triste...
ResponderEliminarBesos